La industria del aparcamiento es conocida por una cosa: las multas
Cada vez que estás buscando sitio para aparcar, siempre está la duda de “¿podré dejar mi coche aquí?” o “¿cuánto tiempo puedo estar aparcado en este sitio?”. Siempre existe la posibilidad de encontrarnos una multa al volver, como si fuese un castigo. ¿Puede haber otra forma de hacerlo?
Buscando información te das cuenta de que las señales de aparcamiento solamente dan información negativa como “no se permite aparcar en tal hora y día” o “aparcamiento permitido solamente el segundo día de la semana”. Necesitas descifrar esa información para saber si puedes aparcar aquí y ahora. Y, por lo general, necesitas hacerlo rápido. Puede que no estés al 100% seguro de estar aparcando en el sitio correcto, pero tampoco puedes pasar más tiempo dudando, así que dejas el coche.
Cuando vuelves, unas horas más tarde, ¡sorpresa! Te espera una bonita multa por haber estado demasiado tiempo en ese aparcamiento, o en el peor de los casos hay una pegatina amarilla en el suelo que indica que la grúa ha aparcado tu coche en otro sitio. Estás cabreado, porque después de haber estado dando muchas vueltas para encontrar un sitio permitido no esperabas que te pasara esto.
Todos nosotros podemos contar esta historia. Ninguno de nosotros ha aparcado nunca con la intención de encontrarse una multa, sino que tratamos de evitarlo en la medida de lo posible. Sin embargo, sucede. ¿Qué le pasa al sistema?
Las normas de tráfico son buenas… cuando son claras
Encontrar aparcamiento puede ser como un campo de batalla en el que los revisores de aparcamiento continuamente buscan ingresos adicionales. Los conductores pueden sentirse confundidos a veces sobre si realmente les están animando a ponerse en situaciones en las que pueden ser multados, o si realmente la señalización busca ayudar a moverse por la ciudad.
El problema no son las normas. Las normas son necesarias para controlar el tráfico en una ciudad, y velan por la seguridad y el respeto del ecosistema que es una urbe. Las normas de circulación son positivas y necesarias para el funcionamiento de una ciudad en su conjunto. Si no hubiese sanciones por saltarse las normas, habría personas que no las cumplirían en absoluto.
Cuando las normas no se comunican correctamente es cuando viene la frustración y la gente termina incumpliéndolas a veces sin querer. Y esto no es bueno para nadie. Causa molestias a la ciudad, y hace que la gente piense mal sobre las normas de aparcamiento, justificando a los conductores que las incumplen, cuando por supuesto no debería ser así.
En resumen:
- Las reglas están ahí por una razón, para cuidar el orden dentro del caos (por ejemplo, en las horas punta de los días laborales)
- Si no se transmiten bien, tenemos un problema (lo que hace que la gente se enfade)
Entonces, ¿hay un problema por los enfados, las sanciones y las confusiones generales cuando se producen por un conductor que hace lo que quieren que haga, siguiendo las indicaciones? ¿No podría la infraestructura para aparcar transformarse en algo positivo para los conductores?
Más premios, menos castigos
Imagínate en esta situación: estás buscando aparcamiento, y ves una señal que dice “Estaríamos encantados de que aparcases aquí” o “A la vuelta de la esquina hay un estupendo hueco que te está esperando”. Podrías dejar tu coche tranquilamente convencido de que está bien aparcado.
Cuando vuelves a cogerlo, le chocas la mano a un agente de la autoridad sonriendo. Sabes que ya no es un enemigo.
La clave que marca la diferencia entre esta situación y la actual, además de encontrar aparcamiento mas fácil, es el cambio en la actitud del conductor de negativa a positiva. Ya no te sientes como si estuvieses en un laberinto intentando encontrar plazas de aparcamiento que se te escapan, como si fueses Pac-Man persiguiendo puntitos que desaparecen cuando te acercas.
Teniendo además el plus de no estar estresado, frustrado, confuso y temiendo ser multado, debe ser agradable y apetecible cumplir las normas de tráfico que además son muy fáciles de entender. De forma instintiva estás más relajado y, lo más importante, te sientes animado aparcando, más que desmotivado buscando aparcamiento.
Hay una teoría sobre este cambio de actitud que se llama condicionamiento operante, que en esencia viene a decir que para que alguien actúe de un determinado modo es necesario educar con castigos y recompensas. La industria del aparcamiento cumple la parte de las sanciones, pero ¿qué pasa con los premios?
Por otra parte, las investigaciones demuestran que las recompensas son aun más eficaces que los castigos.
Así que, en la mejor de las situaciones, en lugar de estar asustados pensando en la multa que nos acecha, podemos ser recompensados con:
- Un montón de tiempo que nos ahorramos.
- La tranquilidad de saber que has dejado el coche bien aparcado (¡sin parkímetros!).
- La sensación de que encontrar aparcamiento no es una tortura.
Conductores felices
Piensa en la sensación de ir conduciendo por la ciudad y querer aparcar el coche. ¿Qué es lo que puede crearte frustración?
Ahora piensa en recompensas, en general. En beneficios mejores que estar preocupándote por si cumples las normas de aparcamiento, sino sabiendo que las señales son para ayudarte. Las indicaciones de aparcamiento ayudan a los habitantes de muchas maneras, en cuanto se dan cuenta de su utilidad.
Busquemos el beneficio de todos. Siempre habrá gente que seguirá encontrándose una multa esperando en su coche y no aprenderá la lección, pero la mayoría de nosotros podemos empezar a pensar en aparcar como algo bueno.
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Foto principal por Jorge Díaz de Flickr/CC